¿Cómo es la voz que acompaña a la publicidad activista?

El activismo ha llegado a la publicidad como una manera de llamar la atención de toda una comunidad sobre una problemática social.  La época en la que las marcas, en base a pura repetición de un mensaje, lograban el reconocimiento de un producto o servicio está puesto a prueba en un tiempo en que los usuarios buscan conectar con la parte responsable y sensible de las empresas. Las redes sociales y la forma en cómo estamos consumiendo los contenidos a través de la web han estado modificando la manera de relacionarnos con las marcas y, por ende, la manera de ver y consumir la publicidad.

Marcas como Nike, Gillette, Johnson and Johnson, Ruavieja, Stella Artois, sólo por mencionar algunas, han estado apostando a una comunicación que conecta sus productos a un sentir y a una forma de ver la vida más cercana y humana, y abrazando un tema social que haga sentido con su producto, y es ahí donde precisamente hay un cambio importante en la producción de las piezas a realizar.  Está apoyada en un storytelling que marca una visual con tendencia hacia la fotografía propia del cine, la música es inspiradora y te invita a reflexionar, y la voz que acompaña la historia no tiene nada que ver con el típico locutor comercial institucional que por años han usado las marcas, ahora usamos la voz con un tono cercano, pausado, reflexivo. Ahora tenemos a un contador de historias, una voz que pone el contexto, hace las preguntas e invita a participar de una alternativa.  Da igual si es hombre o mujer, lo que importa es que lleve el mensaje de un humano a otro.

La voz de esta nueva forma de hacer publicidad está apoyada en una persona-consumidor, alguien parecido a ti o algún líder de reconocimiento y credibilidad pública con la causa que se está abrazando.  Hay algunas marcas y campañas que incluso no están utilizando un voiceover, sino que todo queda en la narrativa de los actores, incluso casos en que no existe voz en absoluto, sólo letterings, aunque esta alternativa deja fuera del alcance de esos mensajes tan potentes a personas con discapacidad visual.

Cada día vemos en la producción de los materiales audiovisuales la solicitud de los creativos y productores de un “locutor” que “no suene locutor” y se entiende perfectamente, los estereotipos han ido cambiando, al igual que el tipo de mensaje que se está compartiendo requiere de un talento que sepa interpretar la intención que amerita una pieza en particular, y esto requiere una preparación distinta a la convencional. No estamos vendiendo, estamos empatizando.

Hay una gran realidad, pasamos mucho tiempo conectados a nuestros dispositivos electrónicos, en muchas ocasiones más del tiempo que pasamos conectados con otros humanos, la comunicación se va ‘resolviendo’ cada vez más a través de pantallas. Sin embargo, queremos escuchar en la publicidad a esa voz cercana que nos recuerda lo cálido y agradable que se siente escuchar una voz.  Escuchamos audiolibros narrados por actores y actrices que nos transportan a ese mundo mágico de los libros, nos instruimos con eLearnings guiados por esa voz del instructor que nos lleva de la mano por un nuevo conocimiento, y están los asistentes tecnológicos de voz que cada día van perfeccionando sus algoritmos buscando ser cada vez  más parecidos a la voz humana, a su cadencia, a su melodía.

Las marcas y la tecnología nos conectan y utilizan causas sociales colectivas respetando nuestra individualidad.

La publicidad se transforma y lo hace apelando cada vez más a nuestra humanidad.

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